Los cometas son un conjunto de escombros unidos por hielos. Cuando se acercan al Sol, esos hielos comienzan a sublimar (pasan directamente al estado gaseoso) formando la cabeza o cabellera del cometa. El viento solar (la radiación del Sol y sus partículas) se encargan de desprender gases de la cabeza del cometa formando la conocida cola cometaria siempre opuesta al Sol.
Pero hay más.
Se suelen desprender pedruscos debido a los hielos debilitados, los que quedan en trayectorias cercanas a la del cometa formando una región de pequeños objetos. Cuando la Tierra pasa cerca de ellos o atraviesa a ese grupo, se tienen las lluvias de estrellas fugaces relacionadas con un cometa.
Suelen darse eyecciones de gases bruscamente liberados desde depósitos internos de hielos. Éstos subliman quedando atrapados en cavidades. Luego, salen bruscamente por alguna fisura en forma de chorro de gas manifestándose como una estructura alargada además de la cola del cometa, incluso en otras direcciones. Estas eyecciones pueden alterar el curso del cometa y su brillo, colaborando así con su impredecible comportamiento.
Presentan desgastes en forma de desintegración.
A lo largo de su trayectoria, van dejando una cola de polvo aparte de la típica cola cónica, incluso de otro color.
Un ejemplo de esto lo dio el cometa Hale – Bopp [1].
Luego de su paso por el Sol o cerca de algún objeto muy masivo, pueden fragmentarse.
En este caso, se parten en pedazos de 1 a 2 Km. de diámetro formando un tren de objetos brillantes o perlas como sucedió con el Shoemaker – Levy 9 (SL9) [2].
Nada puede asegurar cómo se comportará un cometa. Sólo se puede especular en base a observaciones y comparaciones.
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Referencias:
Fuente:
The Art of Breaking Up: Fragmentation vs. Disintegration – http://www.isoncampaign.org/node/122
pdp.